Hay ocasiones en las que contener la rabia e impotencia ante algunas situaciones se hace difícil. Ayer por la tarde estuve muy tentado de escribir sobre esto, pero suelo darme tiempo con los temas para reflexionar mejor sobre ellos y no ir a la carga de buenas a primeras. Pero ayer me costó más, mucho más. Y no es que ahora me sea fácil racionalizar.
Cuando hace unos meses el asesinato de una niña en Huelva nos conmocionó, ver que rápidamente se abrían perspectivas judiciales para evitar que un error del calibre que permitió que el asesino estuviera suelto teniendo una sentencia pendiente de cumplir, hacía pensar que podía ser que se hiciera justicia. Incluso el padre de la niña se entrevistó con varios gobernantes y obtuvo el compromiso de que no quedaría impune el caso.
Pero el trabajo de los jueces en el expediente a ese juez, va por un camino casi aterrador, ver como el juez instructor de las medidas disciplinarias, propone una falta grave sancionable con 1.500 euros por un retraso injustificable pero justificado por el mucho trabajo del juez... asusta.
Leía ayer por la tarde que en nuestro pais casi nunca se expulsa a un juez de la carrera judicial (y al que se expulsa, le indulta un gobierno) y en cambio en otros paises europeos no es nada raro que cada año sean varios los jueces expulsados.
Hace años un alcalde dijo que la justicia era un cachondeo, y fue condenado por ello, pero guste o no, la realidad es que sigue siendo un cachondeo. Pero lo peor, son las reacciones ante lo que viene de este caso, son tan tibias y leves... Aún quedan días para que pueda cambiar esto, pero con lo visto, aunque se resolviera con medidas duras, no sería más que una gota de agua en un desierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario