Me sorprendió mucho la luna que se podía ver la noche del 31 al 1.
Recuerdo ir por la calle, mirar arriba, y fijarme como entre las nubes veía asomar una luna muy resplandeciente, como si fuera un buen presagio.
Una noche con mi hija, cena, uvas, cava, con muchas y bonitas anécdotas, regalo de un bonsai que me dió, y vuelta a casa, contemplando esa luna de nuevo...
Trabajaré para que este año siga regalándome momentos bonitos, y como dice Robe de Extremoduro, "Para algunos, vivir es galopar un camino empedrado de horas, minutos y segundos. Yo más humilde soy y sólo quiero que la ola que surge en el último suspiro de un segundo, me transporte mecido hasta el siguiente". De Salir.
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