Mucho me congratulé ayer de que el tribunal internacional de La Haya considerara legal la declaración unilateral de independenciade Kosovo.
Es una cuestión de principios para mi que las naciones, los pueblos, tengan su derecho a elegir su camino, su destino, y su vinculación con sus 'vecinos'.
Siempre me ha parecido ridícula la posición oficial española de no reconocer al estado de Kosovo, ese miedo que atenaza algunas declaraciones, para que no sirvan de precedente a otros territorios peninsulares.
Las comparaciones en Catalunya son inevitables, pero al mismo tiempo irreales. La situación de Kosovo es la consecuencia de vivir bajo el yugo de Serbia, donde no sólo se limitaban sus derechos sinó que se trataba de impedir por la fuerza su propia vida.
Esto no sucede en Catalunya, por más que la situación no sea buena. Aquí muchos prefieren navegar en la ambigüedad calculada para sacar réditos electorales en lugar de buscar soluciones reales, un marco constitucional nuevo si hace falta, que permita un justo y correcto encaje de todos los pueblos peninsulares.
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