A raiz de lo escrito ayer, debo admitir que fuí bastante escueto, era más dejar salir algunas ideas que matizar muchos detalles.
Conviene ir muy cargado o es mejor ir ligero? No lo veo tanto como algo del peso en si, sinó saber repartir bien los pesos, y por supuesto, quitar lo innecesario, pero incluso de las cosas innecesarias, algo siempre debe quedar. No es por otorgar un valor sentimental, más bien lo veo en el sentido que más importante que un recuerdo, determinadas personas, o sus recuerdos, lo importante y que debe acompañarnos es nuestras reflexiones y lecciones sobre los pesos que hemos llevado antes a cuestas (no lo digo como 'carga' o como 'lastres', sinó más bien como compañía de ruta), ver que hemos aprendido de eso, de nuestros errores y aciertos, de los ajenos.
Ese peso inmaterial, las reflexiones, las experiencias, el como las asimilamos es tal vez lo más importante, marca nuestro futuro, no tanto por hechos o cosas que nos puedan venir, sinó por nuestras actitudes, el cómo afrontarlas.
Es muy habitual el debate entorno a aprender de los propios errores. Si lo hablas en profundidad, mucha gente admite que si, que hay que hacerlo, que lo hacen, pero cuando intentas escarbar, concretar, casi siempre veo de un modo recurrente vaguedades y el echar a los demás las culpas de los propios problemas. Si nuestros problemas están en los demás, y todo lo hacemos bien, pero estamos mal, entonces, a que se debe?
Algunas largas conversaciones que he tenido sobre este tema, siempre van ahí, yo puedo decir que alguien de mi entorno le prefiero lejos, ya que no me gusta, atrae problemas, o me los da, si, pero si algo me va mal, siempre es porque yo lo he permitido. Siempre depende de como aceptamos o encajamos las cosas, nosotros no podemos cambiar a los demás, ni creo que debamos, pero si podemos aprender de nuestras actitudes, de que hemos pasado por alto y nos ha molestado, generado problemas... porque eso si podemos cambiarlo, en nuestra mano está el como reaccionamos ante todo, lo que permitimos y lo que no, lo que aceptamos y lo que no.
Muchas veces nos equivocamos en esos momentos, pero ahí es donde a posteriori nuestras reflexiones reparten mejor los pesos. Ahí es donde lo que antes era una piedra con muchas aristas, se acaba convirtiendo por nuestra reflexión en lo que vulgarmente se llama un canto rodado, una piedra distinta... también nuestros recuerdos y reflexiones nos permiten ver mejor el pasado, como algo que en su momento pudo doler, ya no duele. No se trata tanto del peso que tenga, sinó de como hemos aprendido a no dañarnos con una piedra, de como la hemos matizado para nosotros. Sin haberla cambiado, sin que haya perdido nada, el poder conseguir que una arista sea un canto pulido y redondeado, aunque sólo sea para uno, es un gran proceso, el como poder evitar que algunas cosas nos vuelvan a hacer daño, el como poder esquivar otras pedradas... Ese aprendizaje es lo que vale. En mi mochila no van apenas piedras afiladas, van sobretodo muchas lecciones y reflexiones que siempre me hago. Incluso con temas de hace 10, 20, 30 años... Nunca doy por sentado nada, incluso algunas de mis reflexiones, me permito cuestionármelas de nuevo.
No se trata en definitiva del peso que tiene nadie, sinó de lo que hemos podido aprender de ese trayecto compartido. Yo intento no estrellarme demasiado, hay golpes que uno recibe a diario, pero trato de evitar que ninguno sea muy fuerte y haga daño, en cambio he visto a mucha gente que parece disfrutar encajando golpes, aunque luego se pongan a llorar y se quejen amargamente, cuando ven venir de nuevo una piedra no hacen ni ademán de esquivarlas.
En definitiva, no se trata tanto de si la mochila va muy llena o pesa mucho, ni si debemos desocuparla, sinó de saber repartir bien los pesos, y dar el peso correcto a cada cosa, un peso que además, puede ser variable en el tiempo. Pero insisto, el peso lo otorgamos nosotros, nuestras reflexiones.
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