Uno de los mejores momentos de mis vacaciones con mi hija en Madeira fué uno de esos momentos tan especiales que tenemos y que ahora explico.
Tras la llegada, en nuestro primer paseo por el pueblo, en una terraza tomando una cerveza, ella me pregunta, que como se enterará la camarera que quiero pagar, como nos entenderemos... y le explico que por más que ella vea en todas partes tickets de caja, antes las cosas no eran así, los camareros tomaban nota en una libretita, apuntando a mano lo que pides, y a la hora de pagar, hacían la suma y te traían la cuenta, sumada a mano. De ese modo, un gesto universal para pedir la cuenta, es hacer al camarero un gesto con la mano como escribiendo algo y se interpreta como que ya no pide uno nada más y quiere pagar.
Se quedó convencida con la explicación, y en el momento de irnos, con el gesto, me trajeron la cuenta, pagué y todo normal.
La sorpresa mayúscula, vino en la cena, a la hora de pedir la cuenta, donde uno se encuentra con una reliquia como esta:
Si le intento explicar a mi hija con mayor realismo y con ejemplos prácticos, no me sale tan bien, seguro! Fué sin duda un genial comienzo de vacaciones, además de quedar encantado con el restaurante (4 cenas allí en 7 noches, por algo será), es toda una cadena de esas sensaciones y momentos tan bonitos que compartimos.
1 comentario:
¿Has engordado? :-P 4 de 7, usted es de buen yantar :-P
Te entiendo tanto, pero tanto tanto!, agárralos con fuerza, los momentos digo :-)
¿Adviertes por aquí escribo con propiedad?, ¿qué raro, no?
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