Ayer un día aunque movidito, bastante bueno, con muchas cosas para estar contento, aunque lloviera al salir del trabajo y en mi empeño en no mirar por la ventana antes de salir, dejarme el paraguas que tengo en el trabajo en su cajón con el consiguiente remojón. Y es que hay días en que uno se siente bien, aunque muchas cosas parezcan empeñarse en fastidiarte el día, vas consiguiendo que lo que parezca torcido, se vaya enderezando.
Y con ese relax, ese bienestar, decido acostarme temprano (lo temprano que puedan ser las 12 y media) y nada, esta mañana me levanto bien, pero con los ojos cansados. No hay colirio que valga, no es sueño, pero es como si el cuerpo se hubiera adaptado a que entre semana 6 horas par dormir me bastan. Tengo mi teoría... cuando más dejo sonar el despertador y me concedo hasta 10 minutos extras en la cama, por muy a gusto que me levante, es peor. Es mejor levantarme en cuanto suena el despertador que pararlo, esperar a los 5 minutos, volverlo a parar y volver a esperar 5 minutos más. Pero decirlo ahora es más fácil que hacerlo cuando suena.
Yas estamos con los acentos... menos mal que me copié antes todo el post y no me ha tocado retocar!
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