Un mes después, el gobierno japonés ha admitido lo que era un hecho obvio: la extraordinaria gravedad de los accidentes encadenados de Fukushima tras el terremoto y tsunami de hace un mes.
Los defensores a ultranza de lo nuclear han vuelto a hacer el más sonoro ridículo, ya desde el principio se quiso minimizar todo lo que pasaba, mientras algunas voces alarmaban sobre el riesgo evidente. Las consecuencias a medio/largo plazo son incalculables, pero cuando ya desde los organismos oficiales se habla de que desde Fukushima se ha liberado un 10% de la radiación de Chernóbil, no es para estar tranquilos precisamente. Han acabado ampliando el radio de evacuación a 40Kms.
Los expertos pronucleares siempre dijeron que las nucleares eran de lo más seguro, primero vino Harrisburg, se minimizó y se dijo que no podría volverse a repetir, vino Chernobil, y se dijo mucho de que si el diseño, que esto no volvería a pasar... Y distinto pero no mucho menos grave, ahora Fukushima.
Seguramente algunos diseños nucleares sean mejorables y muy seguros, pero cuando la rentabilidad manda, los dueños siempre escatiman gastos en la seguridad. A mi no me vale que me hablen de lo impredecible del tsunami y sus consecuencias, cuando hay informes de hace 4 años o más alertando del riesgo de Fukushima ante un tsunami. Si quien debe velar por la seguridad, no lo hace, no me fío de él. Y lo mismo sucede en Japón que en España, donde la industria a ocultado a conciencia incidentes. Rescataremos ese viejo eslogan: 'NUCLEAR? NO GRACIAS'. O ni en pintura, o ni por asomo.
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