Algunas muertes siempre entristecen. Y como se veía venir desde hace 2 meses, Vicenç Ferrer ha muerto hoy en su casa, en la India, tras no poder superar un derrame cerebral que padeció.
Puedo tener muchas discrepancias ideológicas con sus profundas convicciones religiosas, pero a pesar de esta gran distancia, no puedo más que admirar su gran labor, lejos de las cúpulas y de los grandes parabienes, era alguien muy humilde y que trabajaba día a día con los más desfavorecidos.
Ante esto, uno sólo puede admirar su trabajo, como yo ya lo admiraba hace tiempo, y pensar en esa gente que hace las cosas por convicción, sin esperar agradecimientos ni reconocimientos públicos.
Gente así hace falta siempre, y aunque es inevitable que algún día nos dejen, lo deseable es que su labor siga, que su semilla fructifique y siga creciendo.
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