El procedimiento judicial contra el presidente de la generalitat valenciana, Camps, está permitiendo ver lo peor de lo peor en nuestro pais.
Sucede demasiadas veces que ante una cosa más grave moralmente que legalmente, como es el caso de los trajes (almenos lo que se conoce, que es muy probable haya mucho más escondido y que seguramente nunca llegue a saberse), las defensas del implicado, rozan cuando no superan, lo mínimamente admisible.
Ya es malo que un imputado sea mantenido en su cargo sin más, que se mantenga en base a algo que no puede demostrar, pero lo peor es quienes le alientan y dan cobijo. Se necesita limpieza y honradez en la política, y todos van en otro orden de prioridades, ellos están antes. Si afecta un tema a sus amigos, hay que apoyarle más allá de lo admisible, si es enemigo, lo mínimo, es intolerable. Noble doble vara de medir.
Y que luego venga la alcaldesa de Valencia, a defender a su amigo, acusando a Zapatero de lo mismo, por los regalos de latas de anchoas del presidente cántabro, ya es de chiste. Doblemente de chiste. Porque si considera que Zapatero es culpable, admite que Camps lo es. Y segundo, porque es de chiste, pero de los malos, de los que aplauden los amigos para no hacerle un feo.
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