Este fin de semana se han cumplido 9 años de la peor masacre vivida en Europa desde el fin de la segunda guerra mundial. No está tan lejos, y todavía recuerdo con horror las noticias que iban llegando, y como con el tiempo se confirmaron los peores presagios. La sucesión de guerras en la antigua Yugoslavia nos acercó a tantos y tantos horrores que creíamos desterrados de nuestro continente, y nos pillaron a pocas horas de nuestras casas. Aún ahora se están identificando y enterrando dignamente a algunas de las entre 7.000 y 9.000 víctimas de esa matanza.
Recuerdo como se veía venir lo que pasó, se permitió a los ultranacionalistas serbios todo tipo de desmanes ya en Croacia, poniendo en su momento como pieza fundamental para la paz a quien fué el mayor instigador de todo el odio y enfrentamiento que desmanteló Yugoslavia: Slobodan Milosevic. Se le daba por el referente, por el bueno, por el garante por la paz, cuando estaba fuera de toda duda su ultranacionalismo. Aunque tarde, por esos y otros crímenes como en Kosovo, ahora está siendo juzgado por el TPI.
Pero quedan aún dos piezas clave para que se pueda hablar de justicia: los dos inspiradores directos de la matanza de Srebrenica, Radovan Karadzik y Ratko Mladic, el ideólogo y el ejecutor. Estoy convencido de la complicidad de algunas tropas de las fuerzas de paz, para que no hayan sido aún detenidos.
Recordemos, Srebrenica, una de las zonas consideradas por la ONU 'zona bajo protección de la ONU', y a la llegada de las tropas serbobosnias, cuando se obligó a separar a los hombres de entre 15 y 70 años del resto, y de los que nunca más se supo, los cascos azules holandeses que protegían el enclave no hicieron nada.
Y tras esto, todavía hay quien se permite el lujo de criticar a la OTAN por poner fin a la limpieza étnica que pretendió Milosevic en Kosovo. Si, probablemente hubiese sido mejor tener muchos más 'Srebrenicas'.
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