Comentaba ayer con mi jefe a la hora de la comida el caso de la mujer estadounidense que lleva 15 años en estado vegetativo, y que es el centro de una disputa moral y judicial. Al margen de algunas consideraciones, me comentaba él lo sorprendente de la moral estadounidense (o de algunos, no generalizo), que tanto batalla por evitar que permanezca desconectada del sistema de alimentación, y evitar de este modo que muera, y al mismo tiempo no vacila apenas en aplicar la pena de muerte, y mucho menos aún en bombardear un pais (o los que sean) matando a cientos o miles de personas que SI desean vivir.
Es curioso como puede la moral de algunos para un caso así, llevar a convocar al congreso para aprobar una ley la tarde/noche de un domingo, y hacer que su presidente interrumpa sus vacaciones, y viaje para firmar la aprobación de esta nueva ley. Urgencia a toda prisa.
Pero más curioso aún me parece que el juez ante tal presión, haya vuelto a rechazar el recurso para que se la conecte. No deja de ser una muestra de una independencia que otras veces me parece no ver en el poder judicial americano.
Lo malo de estos casos, es la batalla legal en la que se ve inmersa la familia, donde parecen querer disputarse la voluntad de la mujer. Yo lo tengo muy claro, si algún día me pasase algo así, en el papel de la mujer no desearía que prolongaran mi vida, ya sin sentido alguno. Pero tampoco me gustaría nada estar en el papel del marido, porque no puedo tener dudas acerca de su sufrimiento durante estos 15 años, algo que tiene que consumirle por completo y que le impide rehacer su vida tras verse en su situación. Entiendo el papel de la familia biológica de ella, pero no comparto el deseo de alargar más su vida, cuando no hay esperanza alguna de que pueda tener una vida digna, ni recobrar nada. Me pregunto que sentido puede tener ese empeño.
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