Esta semanita fuera de mi casa, aunque haya sido genial por el hecho de compartirla con mi hija, me ha permitido ver hasta que punto me siento bien integrado en mi nueva casa. Y aunque me relacione poco con mis vecinos, a algunos los estoy echando bastante de menos.
No es que sean unos vecinos discretos, van a su rollo, como es normal, y apenas nos hemos cruzado más que algún saludo. Pero noto su ausencia. A veces oirles o verles me da compañía, no es que sea gran cosa, y más teniendo en cuenta que casi siempre que les veo o oigo es cuando salgo al balcón, pero es normal, a pesar del frío, suelen hacer mucha vida en el patio interior. No es de extrañar teniendo pequeños, ya que allí pueden jugar a sus anchas sin peligros de coches y sin molestar a los vecinos.
A algunos de estos entrañables vecinos les he visto en muchas y variadas situaciones. Le he oido gritarse, pelearse, jugar, observar, tumbados al sol, y tan indiscretos son, que hasta les he visto en situaciones poco habituales, haciéndose arrumacos y hasta teniendo sexo sin cortarse de las posibles miradas de los vecinos...
En varias ocasiones, hablando por el teléfono desde el balcón, les he visto acercarse, como si se interesaran por mis conversaciones, pero dudo que nunca se hayan podido enterar de nada. Igual su proximidad viene dada más por hablar con alguien que también les aprecia y valora como lo que son.
Y esta tarde, cuando llegue a mi casa, una de las primeras cosas que haré, sin dudarlo, será salir al balcón, a ver si puedo ver de nuevo a mis entrañables vecinos :)
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