Este fin de semana estuve en una boda, tal como comenté, y como dije, ni entré en la iglesia ni nada por el estilo. Aparte de lo bueno de reencontrase con alguna gente, se mezclaron en mi sensaciones muy extrañas. El caso es que hacía ya nada menos que unos 18 o 19 años que no volvía por un pueblo donde pasé muchísimos veranos, con muchos buenos momentos en mi vida allí.
Ver toda la zona tan cambiada, tan urbanizada ahora, y con tan pocos naranjos fué para mi toda una sorpresa, por no hablar del interior del pueblo, los bares donde estaba con los amigos tantas horas, ya no existen, oficinas de una caja de ahorros o de un banco ocupan su sitio ahora... Por no hablar de los cines, que tampoco existen ya. Aunque en realidad si, un bar y un cine se conservan... tal cual los recuerdo, cerrados hace más de 30 años... Los dueños tienen sus negocios y no han vendido nada, no se si es o no bueno, pero me arrancó una sonrisa ver que todavía seguían allí. Bien pocas cosas más quedan que me permitan recordar momentos vividos, un pueblo que he visto pasar de ser una perla para privilegiados, y ahora es uno más de la costa del sur de Tarragona, de esos que multiplican por 5, 6 o 7 su población en verano en base al turismo, aunque creo que no ha acabado de perder su encanto.
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