sábado, noviembre 22, 2003

Esa maravilla tan real de los reality shows

Hace ya bastante tiempo que pienso sobre estos programas y la única conclusión que llego es a que son una mentirar sobre otra para conseguir más audiencia, sin importar otra cosa que precisamente esto, la audiencia. Y en este tipo de programas incluyo todos los del corazón y prácticamente todos los programas de directos o semi directos que se pueden ver con público, y mesas donde hablan supuestos expertos de todo tipo que crecen como de debajo de las piedras los bichitos de todo tipo.

Lo cierto es que cada vez veo menos de estos programas, por no decir que casi no veo nada, ya que cada vez que pongo uno, veo que todo parece un montaje, donde o se ridiculiza a alguien que no se sabe porqué se atreve a contar sus miserias en la tele, o gente está enfrentada por no se sabe que y su único argumento parece ser a ver quien grita más para aparentar de ese modo tener más razón que su oponente. Muchas veces en estos alborotos parece que vayan a llegar hasta las manos, pero casi nunca pasa, el presentador-director en dosis muy medidas acaba 'poniendo' paz entre los contertulios.

Los enfrentamientos muchas veces parecen verídicos (otras no, se ve muy claro que son papeles asignados a cada uno para motivar a la audiencia) pero el origen y el porqué queda tan difuso en una larga ristra de acusaciones donde cualquiera se pierde y que muchas veces suelen acabar en un 'te voy a poner una querella'. Querellas que por supuesto nunca llegan a ningún sitio si es que llegan a ser presentadas incluso. Puede parecer incluso muy espontáneo todo, pero cuando hay equipos de guionistas, de redactores, que preparan los programas tan a conciencia, mi natural desconfianza me lleva a pensar que no, que todo suele estar preparado casi al milímetro, saben ya de antemano quien va a enfrentarse con quien y porqué, como contraatacará el otro, y así sucesivamente.

Si todo esto hasta ahora sólo podía tener el convencimiento que era así, por la observación de estos esquemas tan simples y repetitivos, ahora tengo algo más que la intuición y mis razonamientos acerca de todos estos programas, que para mi no son más que una sucesión de mentiras planteadas de modo que puedan tener algún tipo ya no digo de credibilidad, sinó de enganche a la gente para que día tras día los siga viendo. Y el hecho, es que ayer viernes, viendo la página de vertele vi un artículo donde se comentaba un libro de reciente aparición: ¡Mírame, tonto! subtitulado 'las mentiras impunes de la tele', donde una periodista que ha estado durante años trabajando en programas así, ahora reniega de ellos y su trabajo, y pone la descubierto todo lo que hay detrás de estos programas.

Es un libro de Mariola Cubells, y copio literalmente algunas cosas del artículo, que vale la pena leer completo. No se si el enlace directo al artículo os funcionará, pero como tiene un buscador, podeis buscar por el título o la autora o por el número de artículo, el 5760. Algunas de las perlas:

"Sólo me interesan los analfabetos y las marujas. Cualquier persona que haya leído un libro en los últimos cinco años no me sirve como espectador ni, por descontado, como testimonio".

Ganamos dinero. Unos más que otros. Todo vale para conseguirlo. Aceptamos lo que nunca pensamos que aceptaríamos. Por dinero, sí. ¿Usted no?

Despreciamos. No nos importa que usted crea o no lo que está viendo. Lo único que queremos es que lo vea. Y que se calle. Y que nos vuelva a ver mañana.

Manipulamos concursos, si hace falta, para que ganen los guapos. O para mantener el ritmo. O para que no se aburran; sobre todo, no se aburran, por favor.

Tergiversamos y editamos informaciones para que resulten más acorde a nuestros fines, porque eso es lo que nos han pedido nuestros jefes. En un informativo o en un programa estéril.

Llevamos a individuos a la televisión sabiendo que su aparición en pantalla puede destrozarles la vida; nos reímos de su simpleza y la festejamos con el resto de compañeros. Con solidaridad y buen humor.

Conseguimos que los más débiles, los menos privilegiados intelectual, culturalmente, nos llenen horas de emisión.


Vamos, que queda bien clarito lo que es la telebasura, puede que CM sea una de las más nítidas expresiones, pero desde luego ni la primera ni la única. No me ha abierto ningunos ojos este escrito, ni el libro, pero sin duda me ha reforzado mucho más lo que ya pensaba de todos estos programas.

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