El viernes al mediodía presencié una escena bastante grotesca. Mientras esperaba el metro vi una pelea por un mendrugo de pan, si, parecerá increible, pero así era. Mientras uno estaba intentando comer algo de ese pan duro, otro se acercaba intentando quitarle ese cacho, y así se daban unos golpes y el primero seguía con su ansiado tesoro. La escena se repetía una y otra vez, mientras impasiblemente todos cuantos estábamos en el andén seguíamos a lo nuestro, esperando al metro, sin hacer caso a esa pelea.
Era mirar hacia otro lado? O es que nadie les prestaba la menor atención? Tampoco había grandes dosis de violencia, de hecho, en los dos o tres minutos que presencié la escena, no se oyó ningún grito ni golpe.
Realmente tampoco es tan raro que nadie dijera nada ni viera nada, a fin de cuentas, tanta violencia por un mendrugo de pan, la protagonizaban dos ratoncitos enmedio de las vías, y con su color que se confunde con las piedras y vías, seguro que poca gente se fijó en el detalle. Y lo cierto, es que estamos rodeados de ratones.
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