miércoles, mayo 31, 2006

Algunos recuerdos

A raiz del post del lunes y algún comentario, me vinieron a la memoria muchos recuerdos de esa época de la escuela, desde primero de EGB hasta octavo, pero seguramente uno de los más significativos fué el último día de clases en esa escuela.

La clase, un poco típica para esa época, presidiendo el aula, un crucifijo y debajo el reglamentario retrato del dictador. La escuela no es que fuera precisamente favorable al elemento, más bien al contrario, ya que algún profesor legalmente no podía ejercer, y tuve la gran suerte de poder recibir una muy buena enseñanza de catalán, en esa época eso si era realmente raro. En una pared del aula, encima de nuestros colgadores unas fotos con sus marcos de animales.

El último día, era como es lógico, un viernes, y las dos clases de la tarde eran FEN (formación del espíritu nacional, si, esas cosas llegué a estudiar) y luego música. Bien, situemos temporalmente: era el año 75, y aunque adolescentes, todos éramos muy conscientes de que pasaba.

Como es normal, ningunas ganas teníamos de esas dos clases, y lo que no entiendo es como el profesor de FEN no se largó de la clase, no era mal tío, pero era un falangista típico, con una imagen que recuerda muchas veces al Pinochet dictador de los primeros tiempos, con esas gafas oscuras y pose dominante. El caso es que armados de papel y nuestras magníficas cerbatanas (osea, los tubitos de los típicos bolis BIC), nos dedicamos a hacer puntería desde cualquier sitio de la clase al retrato del dictador, que acabó casi por completo cubierto. No se si el profesor se daría cuenta, seguro que si, pero probablemente para evitar follones, nos dejaría tranquilos, y a su hora se fué.

La pausa entre clases nos desató, ya no quedaba nada, y descolgamos el retrato del dictador, pusimos en su sitio un cuadrito con una foto de un perro. El cuadro alguien lo llevó a los lavabos, y no se quien, lo empezó a pisar, romper el cristal, y todos a mear encima del cuadro. Era nuestra forma de 'finiquitar' al dictador, aunque sólo fuera moralmente.

Cuando entró la profesora de música, nada mas echar una mirada desde la puerta, oirnos, y ver la 'presidencia' del aula, decidió dar por acabado el curso, alegría para todos. No se si debimos permanecer en el aula o ya podíamos irnos bien al patio o cada cual a donde quisiera, pero fué un día que se me quedó muy grabado.

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