jueves, julio 29, 2004

Toda la verdad y nada más que la verdad



La obsesión en una conclusión es la peor forma de entender las cosas y poder saber lo que realmente ha pasado, y produce en los demás el efecto de parecer un engaño. Siempre al analizar algo se puede pensar en una hipótesis inicial, pero cuando los datos empiezan a apuntar en otra dirección, mantener ese empeño conduce a los mayores errores, como ayer Acebes en la comisión de investigación.

El engaño, si lo miramos bien, no está tanto en que ocultaran información o fruto de las precipitaciones se transmitieran informaciones erróneas (como el tipo de explosivo) -prefiero pensar que no fueron malintencionadas, aunque lícito es dudarlo-, sinó en que cuando los hechos apuntan en la línea islámica desde el mismo día 11 por la tarde, se empeñara en asociar la conclusión de esos datos apuntando siempre a ETA, cuando las evidencias eran otras. Ese es su ridículo, junto con el hecho que se puso de relieve ayer con las respuestas al parlamentario de ERC, cuando afirma que ningún comunicado de ETA ni Otegui tienen credibilidad alguna en lo referente al 11-M y si les dieron credibilidad en la cinta donde anunciaban una supuesta tregua. Es decir, creerse a alguien según conviene.

Acebes, esto es un gran ridículo, le guste o no.

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