martes, septiembre 28, 2004

Decisiones

Que es la vida sinó una sucesión de diferentes decisiones que debemos tomar cada día? Unas veces más trascendentes, otras veces menos.

Lo acertado o no de una decisión muchas veces se nos escapa, como alguien me decía ayer: 'no tengo una bola de cristal para saber que pasaría'. Yo tampoco la tengo. Por eso muchas veces nuestros razonamientos, el sopesar las ventajas e inconvenientes de decisiones a tomar suele ser lo importante.

Ayer en particular, me vi en una situación en la que debía decidir por mi mismo, algo que fundamentalmente podía tener más trascendencia para otra persona que para mi, y encima sin poderlo hablar como la ocasión requería. Esa persona me dijo que sin duda, con mi tendencia a racionalizalo todo ya le había yo dado vueltas en mi cabeza a todas las posibilidades, pero no, en esta ocasión no era así, tenía claro lo que quería hacer y no valoré consecuencias porque no se presentó la alternativa de no tomar esa vía.

Y así me encontré, teniendo que forzar mi cerebro a procesar posibilidades, tomando yo una decisión que podía según cual fuera, tener algunas consecuencias negativas para otra. En ese contexto, no me quedaba otra alternativa, y decidí en mis razonamientos que no iba a ser yo quien pusiera a otra persona en un brete en un momento complicado si esta persona no tenía claro que fuera el momento adecuado.

Alguna 'casualidad' me hizo retumbar en mi cabeza 'no es el momento'. Y así decidí. Pasaban las horas, y aún teniendo claro lo acertado de mi decisión, mi cuerpo luchaba contra mi cabeza, como rebelándose contra esa decisión. No estaba tranquilo por más que la considerara plenamente acertada.

Algo acabó de turbarme: una voz me dijo claramente que no pensara tanto. A veces tal vez sea mejor no llevarse tanto por la razón. Y esa voz no era un pensamiento, era clara y nítida, perfectamente identificada, incluso porque en la pantalla indicaba su nombre. Al otro lado del teléfono valoró lo acertado de mi decisión, y me volvió a decir, no lo pienses más, deja que por una vez no te guíe la cabeza.

Hoy volverá todo este proceso a repetirse seguramente, y puede que hoy finalmente la decisión sea distinta a la de ayer. Y siendo distinta la decisión en prácticamente las mismas condiciones, creo que no me habré equivocado ninguna de las dos veces. Creo firmemente que muchas veces más importante que una decisión, es importante el razonamiento que nos lleva a tomarla. No es así?

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